Clarin 17/10/2016
MINCYT
Especialistas aseguran que es el
recorte más grande desde que se creó el área. En el Gobierno aseguran que no
hay preocupación por el estado de la ciencia para 2017. Esta semana se debate
en diputados el proyecto de ley.
.
El proyecto del presupuesto 2017 planea una reducción histórica para el
Ministerio de Ciencia y Tecnología (MINCYT) en relación a lo que se invirtió durante los últimos 7 años. Algunos especialistas hablan de
un recorte histórico, ya que la fracción del gasto total asignado para esa
cartera varió entre el 0,7 y el 0,8% del presupuesto entre 2009 y 2015, en 2016 ya fue
reducida al 0,65%, y para 2017 el Gobierno tiene pensado llevarlo a un
0.59%, el número más bajo para esta cartera desde su creación a fines de 2007.
Esto representa casi unos 6 mil millones de pesos menos que en
2015, y unos 14 mil millones menos que en 2014. En el Gobierno
sostienen, sin embargo, que en relación al presupuesto general, “la ciencia no
está en una situación de riesgo.
La información
sobre el recorte surge de una comparación histórica del presupuesto para el
MINCYT hecha por el Doctor Fernando Stefani, del Departamento de
Física de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de
Buenos Aires. El informe tiene
en cuenta los presupuestos a año vencido (es decir, lo que se gastó realmente) entre
2009 y 2016, en relación a la evolución del tipo de cambio. Para comparar
los presupuestos de gestión de un año a otro, Stefani calculó su valor en
millones de dólares. También, claro, comparó su peso en porcentaje
sobre los gastos totales de la administración nacional, donde se ve la
reducción del peso de Ciencia y Tecnología. Los datos son públicos y coinciden
con los oficiales que difunde el Ministerio de Economía.
El doctor Stefani
advierte que la baja ya se percibe con el presupuesto que se aprobó durante el
último gobierno de Cristina Fernández de Kirchner (como puede
verse en el gráfico) con un dólar proyectado a 10, que luego se fue a 15
este año. Pero advierte: "Veníamos de una situación crítica pero
viable. Con el proyecto para 2017, se pasa a una situación de desmantelamiento".
Para comprender la
forma en la que se divide el presupuesto del ministerio es necesario desagregar las
distintas partes que componen la "jurisdicción" MINCYT.
Esta se conforma de tres "entidades": la 336, que es el
funcionamiento propio del ministerio; la 103, que es el Consejo Nacional de
Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET); y la 106, que es la
Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE). Es importante
entender que estas instituciones no agotan la producción científica en el país,
pero sí que son las más representativas. Por definición, el Ministerio
conducido por Lino Barañao es el punto de referencia para la ciencia a nivel
nacional.
La única entidad que se mantiene
estable respecto del año anterior es el CONICET (que dedica
casi el 90 por ciento de su dinero a pagar los salarios de los
investigadores de planta): tanto el presupuesto destinado a los gastos propios
del Ministerio como el de la CONAE bajan.
“Formar un
investigador científico lleva muchos años. Una carrera
universitaria en ciencias lleva mínimo seis años. Luego, un doctorado requiere
otros cinco. Si a eso se le suman de dos a cinco años de experiencia
posdoctoral, tenemos entre 13 y 16 años de formación, para tener una persona
que es capaz de plantear una pregunta científica y resolverla de manera
independiente”, explica Stefani a Clarín. Además, el científico, que se dedica
a la física experimental, recalcó el rol de la ciencia en las economías que se
desarrollaron en los últimos años: “No hay país que haya crecido en el
último tiempoque no haya apostado a la ciencia, China y Corea del Sur son
algunos ejemplos”.
Por estas razones,
alerta, bajar el financiamiento del Ministerio tiene varias consecuencias
negativas: “Si uno interrumpe el financiamiento del sistema científico, no sólo
se pierden oportunidades de beneficios por la generación de conocimiento, sino
que se desecha la inversión realizada. Las investigaciones en otros
lugares del mundo continúan avanzando”, analizó. Además, si bien el presupuesto
ejecutado muchas veces termina siendo superior al aprobado, para Stefani “la
intención y la prioridad de invertir o no en el Ministerio de Ciencia se ve en
el presupuesto proyectado, no en el ejecutado”.
Durante la semana
pasada hubo revuelo por las cifras en torno al presupuesto. Según el
investigador principal del Centro de Implementación de Políticas Públicas (CIPECC),
Walter Agosto, hay dos cuestiones a tener en cuenta a la hora de analizar un
presupuesto. Este puede ser analizado por finalidad y por ministerio.
Cuando se habla de finalidad, las referencias son todas las cuestiones que
tienen un impacto en la ciencia pero que no salen propiamente de su ministerio
(por ejemplo, ARSAT fue financiado en parte por el Ministerio
de Planificación Federal, no directamente por Ciencia). “Si se analiza la
finalidad de Ciencia y Técnica, el presupuesto muestra un incremento de
un 24,8%: está levemente por arriba del crecimiento del gasto, que está en
22%”, matiza Agosto.
Pero luego aclara:
“Dicho esto, hay que desagregar la información. En lo que tiene que
ver con el ministerio, pasa de un 0.6 por ciento, por más que esté redondeado
en el proyecto del presupuesto, a un 0.59. Con estos números, en cuanto a la
finalidad, hay una mejor perspectiva. Pero el Ministerio y la Agencia Nacional
de Promoción Científica y Tecnológica (ANPCYT ) -que muestra una caída nominal-
en particular, no tanto”.
El factor de la ANPCYT es
clave. “La agencia”, como le dicen los científicos en la jerga, es el
programa que financia las distintas investigaciones científicas de todo el
país. Allí el recorte es nominal: 410 millones de pesos, respecto al
presupuesto de este año, achicándose así un 32,3 por ciento.“La Agencia es
el caso más dramático, porque se recorta nominalmente. No se puede
discutir. La fracción del gasto es menor, y para poder mantener funcionando
algo hay que, por lo menos mantenerlo. Esta se reduce en pesos, de este año al
siguiente”, explica Stefani. “Esto es importante que se entienda en la
sociedad. No se trata de un reclamo sectorial que quiere mejores condiciones.
Estamos hablando de mantener funcionando un activo del Estado argentino muy
valioso que es su sistema científico. En el mundo de hoy no existe un
desarrollo económico sin ciencia y tecnología”, agrega el físico.
La postura de Lino
Barañao, el ministro de Ciencia y Tecnología, quedó clara luego de la
sesión en Diputados de la semana pasada, en la cual se discutió la partida
asignada a su cartera: es optimista respecto de que el presupuesto se va a
mejorar en su versión definitiva. Él mismo pareció llevar la cuestión, sin
embargo, a un extremo: había asegurado que con este presupuesto podrá llegar
apenas a mitad del año que viene.
Por eso desde el
MINCYT, hoy, aguardan al 19 de este mes con ansias: esperan que cuando se
discuta el proyecto del presupuesto en Diputados haya una mejora en ese
0.59%.
Pero Agosto destaca otro dato, que es el de la inversión real directa,
otro de los puntos contemplados en el proyecto del presupuesto “Si se mira el
caso del Ministerio de Ciencia y Tecnología, la
inversión real directa pasa de 2.300 millones en 2016 a 1.600 millones en el
año 2017: cae en términos nominales. El Ministerio, entonces, que tiene un
crecimiento del 15%, tiene no obstante una caída importante en la inversión
real directa”, apunta.
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